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Cuando tenía once años, era un un último día de escuela y recuerdo haber corrido hacia mi casa; me quité el vestido de un arrebato, literalmente haciendo saltar los botones y sintiéndome al mismo tiempo culpable y liberada. Me puse un par de shorts viejos, una playera blanca y unos tenis azules, y corrí con mi hermana al bosque detrás de nuestra casa colonial en New Hampshire. Fuimos a jugar al arroyo que pasaba borboteando colina abajo a través de las rocas cubiertas de musgo, los árboles perennes y deciduos, el agua coloreada con ricos tonos rojos y cafés por los pigmentos de las hojas de los árboles de arce. Ahí jugábamos y atrapábamos rémoras del tamaño de un pie con nuestras manos, y luego los regresábamos al agua porque no queríamos matarlas.
A veces, mi hermana, mis amigas y yo nadabamos desnudas en la noche en un lago alimentado por un manantial cercano, rodeadas por pinos, abedules, abetos y arces. Yo amaba la sensación del agua acariciando mi piel como terciopelo, con la luna reflejándose como espejo en el lago. Mi hermana, mi amiga Joanie y yo nos nos montábamos en nuestros caballos y los apurábamos para ir al lago hasta que el agua estuviera corriendo por nuestros muslos y mojando a los caballos; ellos nadaban con nosotras entre risas y risas mientras nos sosteníamos sobre sus lomos.
Cuando se desataban tormentas violentas en el verano, en vez de quedarme en la vieja casa de madera, yo salía corriendo y bailaba en la tempestad de la lluvia y los truenos, lo cual asustaba a mi mamá. Me gustaba comer con mis dedos, chupando los huesos de la carne y vaciando grandes vasos de leche a tragos apresurados para salir de nuevo. Me encantaba chupar los huesos de la carne. Mi madre sacudía su cabeza desesperada diciendo, “¡Oh querida, por favor, por favor come con tenedor! ¡Por todos los cielos, estoy criando a una salvaje!”
Bárbara o salvaje, yo pensaba, ¡eso suena genial! Me imaginaba a mujeres con el pelo largo volando detrás de ellas, galopando en sus caballos sobre amplias praderas. Ví amaneceres a rayas en mañanas frescas cuando no había escuela, me despertaba y salía afuera de casa, y también vi fogatas en las noches con carne asada y muchos huesos que chupar. La naturaleza salvaje era parte de mí; no puedo imaginar una vida que no la permitiera.
Cuando por primera vez supe algo acerca de las dakinis, empecé a hacer una práctica de meditación del maestro tibetano Sapchu Rinpoche, la cual involucraba a Vajrayogini y la retina de cuatro dakinis, representando las cuatro direcciones del mandala.
Ya que sólo había escuchado acerca de las dakinis unas pocas veces y de un modo somero, le pregunté a Sapchu Rinpoche, “¿Qué es una dakini?”
Él me respondió, “Hay muchos tipos de dakinis, tanto dakinis del mundo como dakinis de la sabiduría. Las dakinis de la sabiduría están al mismo nivel que los budas; las dakinis del mundo pueden tener aspectos iluminados, pero también aspectos mundanos. A veces las dakinis sirven como mensajeras, a veces como guías, a veces como protectoras. En la práctica de dakini desarrollamos un modo de acceder a la energía única y poderosa de las dakinis de sabiduría”.
Le pregunté, “¿Qué tipo de mensajera es una dakini?”
Sapchu Rinpoche hizo una pausa, y luego me contestó, “La dakini es una mensajera de la vacuidad y también aparece en sueños para guiar a los meditadores, también puede aparecerse en la vida real como una mujer con ciertas cualidades de sabiduría. La dakini es una fuerza de la verdad: en donde nos estamos aferrando, ella corta con ello; cualquier cosa que pensamos que podemos ocultar, ella la revela”.
A medida que empecé a practicar el mandala de la dakini, empecé a sentir un poder dentro de mí que antes no me había permitido sentir. La idea de una energía iluminada del sagrado femenino; una energía que está desnuda, bailando y que es feroz fue algo que nunca había experimentado, y me tocó profundamente. No podría ponerle palabras al efecto que tuvo en mí, pero fue algo nuevo y significativo.
Las feroces dakinis danzantes encarnan y activan la poderosa y transformadora energía de lo femenino. Cuando pensamos en ello, realmente no tenemos este tipo de imagen de iluminación espiritual en nuestro mundo. Tenemos una figura como la Virgen María, quien es pacífica y no amenazante, pero no tenemos muchas reflexiones acerca de la divinidad femenina que son activas, danzantes, feroces, libres y salvajes.
Al activar el poder de dakini dentro de nosotros, tendremos una fuente interna que no debe ser subestimada. Lo que realmente estamos haciendo es tomar parte de una psique que ha sido relegada al inconsciente –el femenino feroz y poderoso que ha sido reprimido– y estamos trayendo esa energía hacia adelante y explorando el potencial de esa energía para la iluminación.
Las dakinis tienden a empujarnos a través de los bloqueos. Aparecen durante momentos retadores y cruciales cuando estamos atorados en nuestras vidas; quizás no sabemos qué hacer como siguiente paso y estamos en transición. Quizás ha surgido un obstáculo y no podemos ver cómo darle la vuelta o atravesarlo –entonces las dakinis nos van a guiar. Si estamos atorados de alguna manera, las dakinis van a aparecer y abrir el camino, nos van a empujar a través de ello. A veces la energía tiene que ser fuerte, y ahí es cuando se aparece la manifestación airada de las dakinis.
A menudo los sueños de las dakinis van a llegar en la madrugada, o se aparecerán en cementerios al atardecer o al alba –los cementerios son símbolos importantes de espacio liminal entre mundos, la hora del crepúsculo, la cual es, de hecho, el porqué el lenguaje de las dakinis es simbólico y se le llama el lenguaje del crepúsculo. Como escribí en mi libro Women of Wisdom: “El crepúsculo es el tiempo cuando el intercambio sucede, así que puede haber una brecha, una ruptura en la pared de la estructura constantemente-protectora del ego en donde se puede dar espacio para que una comunicación significativa de algo más allá pueda suceder. En el amanecer todavía estamos más allá de las fuerzas limitantes de la mente consciente, sin embargo ya se han levantado los pesados velos del sueño. A menudo encontramos a la dakini es estos puntos transitivos, cuando estamos abiertos al lenguaje del ‘crepúsculo’.
Otro aspecto importante de la energía femenina de la dakini es cómo corta a través de las nociones de lo que es puro e impuro, limpio y sucio, lo que debes hacer y lo que no. Rompen el caparazón de esas estructuras convencionales abriendo hacia un abrazo de la vida en el cual toda experiencia es sagrada.
Si vemos las historias tempranas del budismo tántrico, hay todo tipo de ejemplos de situaciones donde las personas están siendo presentadas a algo que perciben como impuro, y luego se aparece una dakini y corta a través de eso y dice, “Si estás viendo esto como puro o impuro, está claro que no estás entendiendo el punto”.
Hay una historia del monje Abhayakaragupta, un exitoso académico Hindu. Él aún no se había vuelto budista cuando una mujer de casta baja se apareció en su puerta pidiéndole tener sexo. Horrorizado, él le dice que no puede tocarla, ni pensar tener sexo, o él se ensuciaría. Él la corre, temiendo que alguien lo fuera a ver hablando con ella y se volviera un objeto de crítica por tener contacto con una mujer de casta baja. Antes de irse, ella le dice acerca de cierto lugar en donde recibir una iniciación en el budismo tántrico, pero él no le hace caso a esta sugerencia.
Luego, después de convertirse en un monje budista, una mujer jóven viene a él y le ofrece carne cruda. Repugnado por su ofrecimiento, la rechaza. Un tiempo después, cuando se vuelve un aprendiz tántrico, él tiene un tercer encuentro. La asistente de su gurú, quien suele traerle agua, entra a su cuarto y le ofrece hacer un festín tántrico juntos. Cuando él la rechaza, ella le ordena hacerlo dándole una oportunidad más. Pero él no se da cuenta de quién es ella realmente y la rechaza de nuevo.
Entonces ella lo reprende diciéndole que dado que él ha fallado a reconocer a Vajrayogini tres veces, él ha perdido su oportunidad de lograr la iluminación durante esta vida. La dakini de la sabiduría Vajrayogini le envió emanaciones en tres ocasiones, pero, atrapado en ideas de pureza e impureza, él falló a reconocerla. Sus pruebas retaron sus preconcepciones y prejuicios para reconocer a la dakini, pero él fracasó. Él estaba adorando a la divinidad femenina en sus meditaciones, pero no la reconoció ni honró su manifestación humana.
Puedes ver aquí ahora, aunque esto sucedió hace muchos, muchos años en la India, no es diferente a nuestras vidas ahora. Siempre estamos encontrando situaciones que nos gustan o que no nos gustan. Nos gustan o nos disgustan las comidas. Nos gustan o nos disgustan los lugares. Nos gusta o nos disgusta la gente. Pensamos que algo es puro o algo es impuro; a veces está sucio, a veces está limpio. Las dakinis rompen con todas estas creencias de dualidad, incluso con las reglas doradas del celibato y el vegetarianismo practicado por los monjes. Las dakinis abren y abrazan todos los fenómenos, reconociendo todos los fenómenos como “un sólo sabor”, como equivalente.
Practicando el budismo tibetano más profundamente, he llegado a realizar que las dakinis son las energías femeninas no-domesticadas –espirituales y eróticas, estáticas y sabias, juguetonas y profundas, feroces y pacíficas– están más allá de la sujeción de la mente conceptual. Hay un lugar para estar presente en nuestro ser femenino completo, en todos sus aspectos.
Adaptado de Wisdom Rising: A Journey into the Mandala of the Empowered Feminine, por Lama Tsultrim Allione. Reimpreso con permiso de Enliven Books.
Lama Tsultrim Allione es la fundadora de Tara Mandala retreat center en Pagosa Springs, C0lorado, y autora de Women of Wisdom and Feeding Your Demons. En 1970 se convirtió en la primera mujer americana en ordenarse en la tradición del budismo tibetano. En el 2009 recibió el premio Outstanding Women in Buddhism.
thubten khandro es una yoguini budista tibetana, bailarina, poeta y traductora originaria de México. Desde el 2013 es alumna de Yongey Mingyur Rinpoche y forma parte de la Comunidad de Meditación de Tergar. Ha publicado dos libros de poesía de dharma; bird yes y Sunbird. Actualmente da clases de yoga y comparte poesía y danza a través un boletín electrónico mensual.