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¡Bienvenidos a nuestra nueva sección de Dharma en Español! Aquí en Tricycle reconocemos la importancia de seguir ofreciendo el dharma a los practicantes de una amplia gama de comunidades, y dado el creciente interés en el dharma en español, hemos puesto en marcha una nueva iniciativa para ofrecer enseñanzas originales y traducidas. Profesores de habla hispana de Latinoamérica y Europa han contribuido generosamente con charlas de dharma y prácticas que publicaremos en nuestra página web y en la revista, así como con artículos seleccionados de nuestra Sección de Enseñanzas. Esperamos que estos artículos cuidadosamente seleccionados les inspiren, desafíen y apoyen, y que también animen a todos aquellos que buscan la liberación a recorrer el camino de la práctica.
No dudes en hacernos llegar tus comentarios o sugerencias. Nos encantaría saber de ustedes.
Welcome to our new Dharma in Spanish section! Here at Tricycle we recognize the importance of continuing to make the dharma available to practitioners across a wide range of communities, and given the increased interest in Spanish dharma, we’ve started a new initiative to offer ongoing original and translated teachings. Spanish speaking teachers from both Latin America and Europe have generously contributed dharma talks and practice pieces that we’ll be publishing in our website and print magazine, as well as selected pieces from our Teachings section. It’s our hope that these carefully curated offerings will inspire, challenge, and support you and encourage all those seeking liberation to walk the path of practice.
Please don’t hesitate to reach out with your comments or suggestions. We’d love to hear from you.
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El apego es un factor mental que hace que exageremos las buenas cualidades de un objeto, persona, idea, etc., o que proyectemos buenas cualidades que no existen. Esto nos lleva a desearlo y aferrarnos a él, considerándolo permanente, placentero y existente por sí mismo. Esta práctica nos ayuda a reflexionar sobre el apego y a trabajar con él.
Para empezar, pregúntate ¿A qué cosas, personas o emociones estoy apegado? ¿Cómo los veo cuando estoy apegado? Si esa persona o cosa existe tal y como se presenta a mi mente apegada, ¿por qué no todo el mundo la ve así? ¿Por qué a veces me siento diferente al respecto? ¿Cuál es una actitud más realista hacia el objeto de mi apego?
Ten en cuenta estas preguntas mientras continuamos nuestra exploración. Para eliminar el dolor del apego, es útil considerar primero sus desventajas. Por ejemplo, genera insatisfacción y frustración porque continuamente queremos más y mejores cosas, lo que nos impide disfrutar de lo que ya tenemos. Nos hace subir y bajar emocionalmente según tengamos o no el objeto de nuestro apego. Puede motivarnos a confabular, manipular y conspirar para conseguir lo que queremos. Bajo el hechizo del apego, podríamos actuar hipócritamente o con otras intenciones, lo que acaba dañando nuestras relaciones con los demás.
El apego puede llevarnos a actuar de forma poco ética para conseguir lo que queremos, a perjudicar a los demás y a aumentar nuestro propio sentimiento de odio y de culpa hacia nosotros mismos. En última instancia, hace que nos pasemos la vida persiguiendo placeres, ninguno de los cuales podremos llevarnos cuando muramos. Mientras tanto, nuestro potencial para desarrollar cualidades internas como el amor, la compasión, la generosidad, la paciencia y la sabiduría queda desaprovechado. De este modo, el apego bloquea eficazmente nuestra claridad e incluso nuestro potencial para despertar.
Otro subproducto del apego es la ira. Cuando estamos fuertemente apegados a algo, nos decepcionamos y nos enfadamos si no lo conseguimos o si nos lo quitan una vez que lo tenemos. Piensa en un ejemplo de tu vida en el que haya ocurrido esto. Luego examína: ¿Por qué me enfado? ¿Qué relación hay entre mis expectativas y mi enfado? ¿Qué esperaba de la persona, cosa o situación que no tenía o no hacía? ¿Eran realistas mis expectativas? ¿El problema estaba en esa persona o cosa, o en que yo pensaba que la persona u objeto tenía cualidades que no tenía? ¿Cuál es una visión más realista de esa persona, cosa o situación? ¿Cómo afecta esta nueva visión a cómo me siento y me relaciono con ellos?
El apego nos hace temer no conseguir lo que queremos o necesitamos, y perder lo que tenemos. Piensa en ejemplos de tu vida en los que esto haya ocurrido.
Entonces pregúntate: ¿Realmente necesito esas cosas? ¿Cuál es el peor escenario si no las consigo o las pierdo? Incluso si las tuviera, ¿me quedaría completamente sin herramientas para manejar la situación, o hay cosas que puedo hacer para afrontarla con eficacia? ¿Qué pasaría si renunciara a sentir apego por esa persona o cosa? ¿Cómo sería mi vida?
Cuando se trata de relaciones, el apego puede llevarnos a la codependencia, provocando que permanezcamos en situaciones perjudiciales por miedo al cambio. Reflexiona: ¿A qué estoy apegado que me hace permanecer en esa situación? ¿Merece la pena aferrarse a eso? ¿Es en realidad tan maravilloso como mi apego cree que es? ¿Qué pasaría si dejara de estar apegado a ello? ¿De qué herramientas internas y externas dispongo para afrontar la situación?
Que no es realista esperar que los objetos externos sean una fuente duradera de felicidad.
Contempla las desventajas de estar apegado a esas personas, cosas, experiencias de tu vida a las que te aferras con fuerza. Piensa en la naturaleza transitoria del objeto de tu apego y comprueba si puedes aceptar que el cambio es la naturaleza misma de la existencia. Recuerda que no es realista esperar que los objetos externos sean una fuente duradera de felicidad. Reflexiona sobre el hecho de que, al soltar nuestro apego, podremos disfrutar de nuestra salud, de nuestras relaciones, de la riqueza que podamos tener cuando el objeto o persona esté ahí, y estar tranquilos cuando no esté.
A continuación, consideraremos algunos antídotos contra el apego. La principal actitud que hay que cultivar es la del equilibrio: eliminando nuestras exageraciones y proyecciones, podemos ser más equilibrados en nuestras relaciones con las cosas que queremos o necesitamos. Libres de aferramiento y compulsividad, podemos implicarnos y preocuparnos de forma saludable. Los puntos que figuran a continuación están pensados para una reflexión repetida. La comprensión intelectual por sí sola no produce la fuerza necesaria para detener los patrones destructivos.
Reflexionar sobre nuestra mortalidad nos ayuda a ver con claridad lo que es importante en nuestra vida. Tómate un momento para imaginar que estás muriendo. Visualiza realmente dónde estás, cómo estás muriendo, las reacciones de tus amigos y familiares. ¿Cómo te sientes? ¿Qué pasa por tu cabeza? Luego pregúntate: Dado que algún día moriré, ¿qué es importante en mi vida? ¿Qué me hace sentir bien haber hecho? ¿De qué me arrepiento? ¿Qué quiero hacer y evitar hacer mientras viva? ¿Qué puedo hacer para prepararme para la muerte?
Contempla la naturaleza cambiante del cuerpo, desde el feto hasta el bebé, el niño, el adulto y el anciano. Algunas preguntas que puedes utilizar son ¿Está mi cuerpo compuesto de sustancias puras? ¿Es intrínsecamente bello? Después de la muerte, ¿en qué se convertirá mi cuerpo? ¿Merece la pena apegarse a él? ¿Existe alguna esencia inherente que sea mi cuerpo? ¿Soy yo mi cuerpo?
No hay duda de que debemos cuidar nuestro cuerpo, mantenerlo limpio y sano, porque es la base de nuestra preciosa vida humana. Protegiéndolos con sabiduría pero sin apego, podremos practicar el dharma y beneficiar a los seres vivientes.
A menudo nos aferramos a nuestras ideas sobre cómo deben hacerse las cosas, a nuestras opiniones sobre quiénes son los demás y qué deben hacer, a nuestras creencias sobre la naturaleza de la vida. Luego nos enfadamos cuando los demás no están de acuerdo con nuestras ideas. Pregúntate a sí mismo: Cuando alguien critica mis ideas, ¿me está criticando a mí? ¿Es correcto algo sólo porque yo lo creo? ¿Qué pasaría si yo viera las cosas como las ve la otra persona? ¿Cómo puedo liberarme del miedo a perder poder o a que se aprovechen de mí?
Si vemos defectos en las ideas del otro, podemos expresarlos de forma amable, sin ponernos a la defensiva de nuestras propias opiniones. Imagínate hablando con firmeza y claridad para exponer tus opiniones, pero sin ponerte a la defensiva. Recuerda que debes seguir abriéndote a una visión más amplia.
Imagina que recibes toda la aprobación y elogios que siempre has deseado. Imagina que la gente te dice o reconoce todas las cosas que siempre has deseado que te digan. Disfruta de las buenas sensaciones que esto te puede producir. Luego pregúntate: ¿me hará realmente feliz de forma duradera? ¿En qué me benefician los elogios, la aprobación o la buena reputación? ¿Previenen enfermedades o alargan mi vida? ¿Resuelven realmente el problema del odio a uno mismo y la culpa? ¿Purifican mi karma negativo o me acercan a la liberación o la iluminación? Si no es así, ¿merece la pena estar apegado a ellos?
Para desarrollar nuestro sentido de estar interconectados con todos los demás y ser receptores de mucha bondad por su parte, contempla la ayuda, el apoyo y el ánimo que has recibido de amigos o seres queridos. Reconócelos como actos de bondad humana. Reflexiona sobre los beneficios que has recibido de tus padres, parientes y profesores: los cuidados que te dieron cuando eras joven, la protección, la educación. Todos los talentos, habilidades y destrezas que tenemos ahora se los debemos a las personas que nos enseñaron y formaron.
Piensa en toda la ayuda que has recibido de extraños: la casa que habitas, la ropa que vistes, los alimentos que comes, todo lo hicieron personas que no conoces. Sin sus esfuerzos, no podrías sobrevivir. Luego reflexiona sobre los beneficios que has recibido de personas con las que no te llevas bien y de personas que te han hecho daño. A través de sus acciones, nos dan la oportunidad de desarrollar la paciencia, la tolerancia y la compasión, cualidades esenciales para progresar en el camino.
El amor es el deseo de que los demás tengan felicidad y las causas de la felicidad. Empieza por desearte a ti mismo que estés bien y seas feliz, no de forma egoísta, sino porque te respetas y cuidas de ti mismo como uno de tantos seres vivientes. Extiende gradualmente este amor a amigos, extraños, personas difíciles y a todos los seres. Para cada grupo de personas, piensa en individuos concretos y genera amor hacia ellos. Luego, deja que ese sentimiento se extienda a todo el grupo.
Piensa, siente, imagina: “Que mis amigos y todos los que han sido amables conmigo tengan felicidad y sus causas. Que estén libres de sufrimiento, confusión y miedo. Que tengan corazones tranquilos, pacíficos y plenos.”
Genera los mismos sentimientos hacia gente desconocida. Extiende el sentimiento a quienes te han hecho daño o son difíciles. Reconoce que hacen lo que te parece censurable porque están experimentando dolor o confusión. Qué maravilloso sería que fueran libres.
Como conclusión, reconoce que el apego es tu enemigo. Solemos pensar que el apego es nuestro amigo, pero cuando observamos detenidamente nuestra experiencia, empezamos a ver cómo el aferrarnos a las cosas destruye en realidad nuestra paz mental y destruye nuestra felicidad. Y cuando vemos esto, entonces eso nos da algo de energía para querer contrarrestar nuestro apego y no sólo seguirlo ciegamente.
Este artículo se basa en una meditación guiada que la Venerable Thubten Chodron suele dirigir en sus retiros.
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This article previously appeared in Tricycle’s Fall 2023 issue as Taking the Ache Out of Attachment.