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La ira no surge de improviso ni de golpe. Normalmente, acumulamos un montón de pequeñas heridas o enfados, pero no los expresamos hasta que se hacen tan grandes que explotamos. Para evitar que las cosas lleguen a ese punto podemos recurrir a una práctica de comunicación llamada empezar de nuevo.
Puedes practicar empezar de nuevo con una sola persona o con toda la familia. Para comenzar, reserva treinta minutos regulares y acordados y elige un espacio en el que tú y la otra u otras personas estén cómodos y sin prisa. Si dedicas un tiempo a comunicarte de esta manera cada semana, cuando sientas dolor o ira podrás resolverlo mucho más rápida y fácilmente.
La práctica de empezar de nuevo consta de cuatro partes:
Siéntense juntos en silencio durante unos instantes y sigan la respiración para calmar el cuerpo y la mente. Entonces empieza el primer paso, que es mostrar aprecio por la otra persona: a esto lo llamamos regar las flores. Una persona habla a la vez mientras las demás se limitan a escuchar y seguir respirando.
En ocasiones tenemos un genuino aprecio por alguien, pero no lo exteriorizamos. Luego, cuando no estamos de acuerdo en algo y lo decimos, esa persona piensa que no la apreciamos. Asegúrate de expresar algo genuino que realmente aprecies de cada persona, algo específico. Una práctica de regar las flores sincera mantendrá tus relaciones más sanas, felices y resistentes cuando haya una dificultad que expresar.
El segundo paso es expresar arrepentimiento o pedir disculpas por cualquier cosa que te hubiera gustado hacer de otra manera. Si has cometido un error, ten el valor de disculparte antes de que se convierta en un nudo en tu pareja, familiar, colega o amigo.
Cuando te disculpas sinceramente por algo de lo que te arrepientes, cualquier daño que la persona haya sentido puede quedar completamente disipado por tus disculpas. Expresar arrepentimiento por iniciativa propia, antes incluso de que la otra persona te haya hecho saber que está herida, es una forma de refrescar su relación. Aunque te disculpes sólo por una parte de la situación, si tu arrepentimiento es genuino, la otra persona sentirá cierta liberación.
Dado que cada uno de nosotros tiene percepciones que nos impiden realmente ver, tenemos que hacer saber a los demás cuando nos sentimos heridos. Quizá pensamos que ya saben cómo nos sentimos, o quizá creemos que nos lastiman intencionadamente. Pero a menudo sus percepciones están nubladas —al igual que las nuestras— y no saben que nos han hecho daño.
Si no expresamos nuestro dolor o desacuerdo, nos retiramos y dejamos de estar presentes con la otra persona. Por eso es tan importante expresar nuestro dolor o desacuerdo. Puede que tengas miedo de hablar, pero si lo haces desde la calma y el amor, hablarás de un modo que la otra persona pueda oír.
Hay dos formas de responder cuando estás enfadado. Puedes hablar como si estuvieras lanzando dardos, lo cual sólo hará que la otra persona cierre su corazón. O puedes hablar con humildad, lo que dará a la otra persona la oportunidad de abrirse a lo que estás diciendo. Si reconoces los límites de tu propia percepción, la otra persona tendrá la oportunidad de explicar su punto de vista. Si puedes explicar las cosas con curiosidad y auténtico arrepentimiento por cualquier daño que hayas causado, entonces nunca tendrá que haber una guerra.
El último paso para empezar de nuevo es escuchar a la otra persona. Pídele que comparta sus percepciones y sentimientos o cualquier dificultad por la que esté pasando. Tal vez haya algo que moleste a la otra persona y de lo que tú no seas consciente. Esta es una oportunidad para aprender.
Puedes preguntar: “¿He dicho o hecho algo que te haya molestado?”. Puede que a la otra persona sólo le moleste un poco y no quiera decir nada. Pero si preguntas con verdadero interés, entonces podrán compartir sus heridas y renovar su relación antes de que las heridas hayan levantado un muro. Lo que dice la otra persona refleja su propia perspectiva, por lo que puede ser cierto sólo en parte. Pero no es el momento de corregir o discutir: es el momento de escuchar y comprender.
Cuando estamos enfadados y reprimimos esa ira, construimos un muro en nuestro interior. Empezar de nuevo es una herramienta para ayudar a desmantelar ese muro, ladrillo a ladrillo. Si empiezas esta práctica ahora, antes de que haya un muro entre tú y la otra persona —cuando tal vez sólo haya uno o dos ladrillos en el camino—, nunca se levantará un muro. En lugar de eso, tú y tu ser querido podrán disfrutar del jardín de flores que han regado en ustedes mismos y el uno en el otro.
La hermana Chan Khong ha sido la más estrecha colaboradora de Thich Nhat Hanh durante más de cincuenta años. Es autora de Deep Relaxation (Parallax Press).
Estefania es licenciada en Lenguas Modernas e Interculturalidad por la Universidad De La Salle Bajío. Creció en la calidez de la comunidad budista de Casa Tibet México y actualmente cursa un Programa de Formación de Traductores de Tibetano en Dharma Sagar, con la aspiración de traducir el Dharma directamente del tibetano al español.