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Cuentan las historias antiguas que un rey sabio pidió al Buda Shakyamuni enseñanzas y prácticas de dharma que no requirieran renunciar al mundo: “No puedo dejar a mi familia y mis responsabilidades reales para convertirme en practicante monástico. ¿Existe otro sendero hacia la liberación para alguien como yo?”.
Según la leyenda, el compasivo Buda respondió enseñando el famoso Tantra de Kalachakra, evocando un complejo y colorido mandala simbólico que transmitía la iluminación misma. Al volver a casa, el monarca llevó una vida despierta en el mundo. Esta historia nos muestra el poder transformador de las enseñanzas budistas tántricas para el despertar completo en cualquier situación.
¿Cuál es la fuente de este prestigioso poder espiritual? ¿Cómo es posible liberarse de enredos confusos y desconcertantes a la vez que se participa activamente en la vida cotidiana? La práctica del tantra budista suele consistir en recitar mantras, visualizar deidades y realizar gestos rituales en elaboradas ceremonias. ¿Son estas técnicas esotéricas la base de la potencia del tantra? ¿Existe alguna eficacia mágica en el simple hecho de realizar estas actividades sagradas?
Algunos maestros sugieren que lo verdaderamente transformador no son las acciones en sí, sino nuestra auténtica devoción y fe. Percibimos las cosas no como son sino como somos. Si purificamos las puertas de nuestra percepción, podremos ver lo que de otro modo estaría oculto.
Muchos maestros sugieren que los diversos medios hábiles que comprenden el tantra sólo son poderosos debido a la potente comprensión que conlleva la visión tántrica. Sin ella, todos nuestros gestos y recitaciones estarán incompletos. Practicar sin esa visión es, en última instancia, vacío de significado; como leer en voz alta palabras escritas en un idioma que uno no entiende. Para avanzar hacia una sensación palpable de su poder transformador, necesitamos contemplar la perspectiva interior del planteamiento tántrico.
Las palabras de un texto sánscrito clásico del siglo X, el Tantra de Hevajra, nos guían:
“Las cosas que nos atan pueden ser en realidad fuente de liberación”. En el útil comentario de Traleg Kyabgon se dice: “Las mismas cosas que nos afligen y atormentan pueden ser la fuente de nuestra emancipación. Aunque las emociones fuertes tienen el efecto inconfundible y dañino de nublar nuestro juicio y obligarnos a actuar irracionalmente, …los practicantes del tantra pueden transformar las mismas emociones que nos dañan en sabidurías trascendentales que pueden liberarnos.”
Esta transformación es posible gracias a la naturaleza innata de todas nuestras emociones. El punto de vista del tantra es que todo en todas partes es —ya— el despertar mismo. Desde esta perspectiva más profunda, lo que normalmente llamamos “deseo”, “ira”, “orgullo” y “envidia” son formas temporalmente confusas del despertar natural. El tantra se basa en la firme confianza de que la confusión puede surgir como sabiduría. Como explicó el maestro tántrico indio Tilopa en una canción-instrucción de realización (doha), las emociones conflictivas se liberan a sí mismas “como una serpiente que se desenrolla”.
En esencia, la visión del tantra es la sacralidad omnipresente. Todo lo que vemos, oímos, saboreamos, tocamos o pensamos está, en su esencia, incondicionalmente libre de conceptos y proyecciones. Esta libertad completa no tiene principio ni fin, no surge ni decae, por eso se le llama vajra, que significa indestructible talidad. Vajrayana —el “vehículo indestructible” que nos lleva a todos a la iluminación— es otro nombre para el sendero del tantra budista.
La visión Vajrayana se ha expresado a través de las artes de la pintura, la escultura, la danza y la poesía. El poeta español García Lorca escribió: “Verde, te quiero verde”. La hoja que vemos, el ojo que ve y el ver en sí son todos vívidamente como son, más allá de todos los nombres y conceptos. “Ver es olvidar el nombre de lo que se ve”. Esta experiencia fresca y directa de nosotros mismos y de los demás, de todos los seres, animados e inanimados, se denomina “perspectiva sagrada” (tag nang, literalmente, “percepción pura”). La visión de la perspectiva sagrada contempla un mundo sagrado. Esta es la quintaesencia del tantra y la fuente de su gran poder.
La percepción pura es presentada vivencialmente por un maestro Vajrayana calificado a los practicantes tántricos comprometidos a través de la transmisión directa de las que se denominan “instrucciones de señalamiento” que presentan a los practicantes la verdadera naturaleza de la mente”, y luego nuevamente en una ceremonia de empoderamiento llamada abhisheka. Aquí se produce un auténtico “encuentro de mentes” entre alumnos y maestros con la misma naturaleza esencial, como el agua que se vierte en el agua. El poder del tantra surge de su hábil aprovechamiento de la riqueza de nuestra verdadera naturaleza, al liberar el flujo temporalmente restringido.
¿Se trata de una posibilidad meramente teórica o filosófica? ¿Existen ejemplos históricos de seres que hayan actualizado plenamente este potencial innato?
Existen imágenes e historias de discípulos despiertos del Buda que se convirtieron en sabios y arhats de las primeras comunidades monásticas. También tenemos muchas representaciones de grandes bodhisattvas: figuras compasivas que encarnaron la generosidad del modo de vida Mahayana. Del mismo modo, aparecen ejemplos de seres realizados de la tradición tántrica en relatos mágicos de las actividades iluminadas de los Ochenta y Cuatro Mahasiddhas. Un siddha es una persona que ha alcanzado poderes llamados siddhis. A veces se trata de habilidades sobrenaturales, como volar por los aires o caminar sobre el agua, pero el mayor poder es la realización completa o la iluminación. Estas historias de famosos “grandes siddhas” (mahasiddhas) muestran a mujeres y hombres de diversos orígenes (un fabricante de flechas y una princesa; un monje y un rey), quienes realizan una rigurosa práctica espiritual o sadhana bajo la guía de maestros tántricos. Sus trayectorias espirituales culminaron con la actualización de la verdadera naturaleza en una sola vida y se nos relatan como ejemplos inspiradores del potencial humano: Al ser humanos, nosotros también podríamos despertar en esta vida. Nuestra naturaleza original es la misma que la de estos grandes y poderosos seres que, al igual que nosotros, se adentraron en el sendero en busca de la liberación de la confusión. Las actividades compasivas de estos santos tántricos beneficiaron a innumerables seres, estableciendo linajes de transmisión del dharma que continúan hasta nuestros días.
Los diversos poderes del sendero tántrico quedan sugeridos por sus numerosos nombres sánscritos. “Tantra” significa “continuidad”, por lo que la práctica continua del tantrayana revela la presencia subyacente de la sabiduría en todas las situaciones. A veces descubrimos destellos de esta sabiduría en una difícil reunión presupuestaria en el trabajo. Otras veces, sentimos la calidez amorosa de compartir una comida sencilla con la familia en casa. Ya sea que estemos paseando por un parque de la ciudad o de pie junto al océano, reunidos en una sala de cine o vitoreando en un estadio deportivo, la sabiduría está aquí, en el despliegue continuo de imágenes, sonidos, movimientos y sentimientos vivos dentro de nosotros y a nuestro alrededor. Esta naturaleza de sabiduría se encuentra aquí al comienzo de cualquier actividad o descanso, en medio de cualquier compromiso o retiro, al final de nuestro día y al final de una vida. Convertirse en un practicante tántrico (un tantrika) significa comprometerse con la disciplina del tantrayana, el sendero del reconocimiento de la continuidad de la sabiduría en todas las situaciones.
Este sendero también se denomina mantrayana. Como explicó el maestro vajrayana Chögyam Trungpa Rinpoche: “El mantra es el medio o método del tantra o mantrayana”. Un mantra es una sílaba o pronunciación cargada con el poder de la verdadera naturaleza. Se dice que los sonidos mántricos son onomatopéyicos: Al igual que las palabras de un poema en el que las hojas susurran evocan el sonido real de las hojas moviéndose, las sílabas sagradas como Om, Ah y Hum transportan las poderosas energías de sabiduría del cuerpo, la palabra y la mente despiertos.
Los practicantes tántricos se visualizan como seres despiertos tanto pacíficos como airados, mientras que recitan mantras y hacen gestos rituales con las manos, llamados mudras. Todo ello forma parte de los extraordinarios medios hábiles del sendero tántrico. La palabra sánscrita upaya significa “medios hábiles”, por lo que este sendero también recibe el nombre de upayayana, el vehículo de métodos de liberación especialmente potentes.
Uno se identifica con su propia naturaleza iluminada mediante la autovisualización, el canto de alabanzas y versos de ofrenda al resplandor de la pureza básica. Todo esto promulga la perspectiva sagrada dentro de la confianza, u “orgullo vajra”, de que la sabiduría despierta es nuestra verdadera naturaleza. El Vajra dharma nos recuerda: aquí no estamos fingiendo. No estamos imaginando perros como leones; la auténtica práctica Vajrayana ya observa a los leones como leones. La visualización y la recitación de mantras son métodos basados en la experiencia para recordar la visión del orgullo vajra, inspirando una confianza inquebrantable en el mundo sagrado.
Los senderos espirituales, al igual que las historias clásicas, tienen un principio, un nudo y un desenlace. La base del viaje tántrico se conoce como el fundamento. Los métodos de práctica y las experiencias son el sendero. La realización resultante es el fruto. El tantra del fundamento continúa como el tantra del sendero y culmina como el tantra del fruto. Consideremos el poder de cada una de estas dimensiones.
El tantra del fundamento es la fuente espaciosa de todo lo que surge en nuestro mundo, tanto de los aspectos confusos como de los sabios. Todos los fenómenos se manifiestan de forma vívida y colorida, como las olas de un vasto océano. Para un auténtico practicante del tantra budista, todas las formas, todos los sonidos, todos los pensamientos y las emociones son la manifestación despierta y energética del mundo sagrado.
El poder del fundamento es que todo, sin excepción, está incluido; más allá de la estrechez de nuestros prejuicios habituales. Esto tiene implicaciones aplicables para nuestra práctica. Puesto que todo surge de la naturaleza originalmente despierta, todo es factible. Los mejores y los peores momentos de nuestra vida, los momentos de gran inspiración, los momentos de desesperación: todo se puede llevar al sendero. Todo es el sendero. El verdadero reto es reconocerlo. Las energías esenciales de nuestras diversas experiencias vitales pueden liberarse in situ. Nuestras esperanzas y temores, nuestros trastornos neuróticos y nuestras indecisiones pueden ser combustible para la llama del despertar.
Ese es el poder del sendero. Es como si el fundamento se elevara para encontrarse consigo mismo, la verdadera naturaleza reconoce a la verdadera naturaleza. Como dicen las enseñanzas zen de Shunryu Suzuki-Roshi, “es la sabiduría la que busca la sabiduría”. Aquí, el tantra del fundamento aparece como un fuerte impulso hacia la realización de las cosas tal y como son a través del despliegue del tantra del sendero. Según estas enseñanzas sobre la no dualidad, es el tantra el que actualiza al tantra.
El tantra del fruto celebra la libertad inherente que se experimenta al recorrer este sendero. Normalmente, un sendero comienza en un lugar, se desplaza por el espacio y termina en otro lugar diferente. Al recorrer el sendero tántrico, descubrimos que el final es también el principio. La palabra phala significa fruto, así que otro nombre para este enfoque es phalayana, el vehículo de la fructificación. El resultado es actualizar el fundamento donde ya estamos desde siempre.
La fructificación, el sendero y el fundamento de origen tienen la misma esencia, a veces se les llama “de un mismo sabor”. No se trata tanto de un camino hacia la libertad, sino a la exploración de un camino de libertad. Comenzamos en la apertura, continuamos al descubrir la apertura incluso en los obstáculos, y celebramos al encontrar más apertura a medida que el sendero continúa desplegándose bajo nuestros pies. Aquí el sendero es la meta, es el fundamento: un despertar continuo.
Para completar un periodo de visualización del Vajrayana o de la práctica de la “etapa de creación”, se deja de recitar el mantra y se disuelve la imagen visualizada en el vacío original del cual surgió la forma. Así comienza lo que se denomina la “etapa de culminación” de la práctica, al soltar y simplemente descansar en la naturaleza original. Los textos tántricos subrayan que estas dos etapas, como dijo Trungpa Rinpoche, “no son fundamentalmente diferentes”. Visualizar la forma-vacuidad y descansar en la etapa de culminación de la vacuidad-vacuidad “no deben percibirse como dos cosas distintas”. Este es otro ejemplo de la práctica tántrica como medio hábil para actualizar el poder innato de la no dualidad.
La meditación de apertura de esta etapa de culminación es similar a la práctica de la conciencia plena, la unión del descanso y la introspección. Al igual que en el sendero de la atención plena, nos involucramos directamente con nuestros cuerpos, sentimientos, pensamientos y percepciones sensoriales. En su libro colaborativo El amanecer del Tantra, Herbert Guenther y Chögyam Trungpa hacen hincapié en la continuidad esencial de los diversos caminos del buddhadharma. Nuestras fijaciones en el cuerpo, la palabra y la mente pueden liberarse gradualmente a través de las etapas de la bondad amorosa (metta), la atención plena, el cultivo de la compasión y otras prácticas liberadoras. En el gran espacio de libertad resultante, la acción compasiva surge de forma natural en respuesta a las necesidades de los demás. Como se ha dicho, “cuidamos de lo que necesita nuestros cuidados”.
Trungpa Rinpoche concluye un capítulo inicial de este innovador libro con una afirmación sorprendente: “Visto así, toda la práctica del budismo puede considerarse tantra”. Luego, añade: “aunque todos los budistas ajenos a la tradición histórica del tantra podrían no estar de acuerdo con esto”. Desde esta perspectiva global, la potencia del tantra es simplemente el poder del despertar mismo.
Gaylon Ferguson, PhD, fue profesor titular de Estudios Religiosos e Interdisciplinarios durante quince años en la Universidad de Naropa. Dirige retiros de atención plena desde 1976 y es autor de Natural Wakefulness (sobre los cuatro fundamentos de la atención plena) y Natural Bravery (sobre el miedo y la intrepidez). Su comentario sobre las imágenes zen del pastoreo de bueyes, Welcoming Our True Nature, se publicará en Shambhala Publications en el 2024.
Estefania es licenciada en Lenguas Modernas e Interculturalidad por la Universidad De La Salle Bajío. Creció en la calidez de la comunidad budista de Casa Tibet México y actualmente cursa un Programa de Formación de Traductores de Tibetano en Dharma Sagar, con la aspiración de traducir el Dharma directamente del tibetano al español.