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Pregunta: Tengo dos hijos, uno de siete años y otro de catorce. Me gustaría iniciarles en la meditación y las enseñanzas budistas, pero es difícil competir contra los juegos de Nintendo, sus programas de televisión favoritos y todas las demás cosas emocionantes y llamativas que atraen a los niños hoy en día. ¿Cómo puedo compartir el regalo del dharma con mis hijos sin tratar de forzarlos o inclusive alejarlos?
Pictured: Zenkei Blanche Hartman, Tenzin Wangyal Rinpoche & Narayan Helen Liebenson.
Zenkei Blanche Hartman: Mi primera sugerencia es que cuides tu propia práctica para que cultives cualidades como la paciencia, escuchar a tus hijos con atención y responder desde el corazón. Cultiva los cuatro inconmensurables —bondad amorosa, compasión, alegría empática y ecuanimidad— para que tus hijos puedan notar y apreciar que algo interesante ocurre en ti mientras practicas. Si practicas con una sangha, puede que tus hijos también se den cuenta de que tus amigos de la sangha también tienen algunas de estas cualidades agradables.
Yo era algo mayor cuando empecé a practicar, y mis hijos también eran mayores. A unos amigos míos que iniciaron a sus hijos en el dharma a una edad temprana les resultó útil pasar tiempo con ellos en centros de retiro y comunidades residenciales de práctica, donde se les introdujo en la experiencia de la sangha y se les acercó a la naturaleza. Algunos centros, como Green Gulch Farm, también ofrecen programas infantiles que ayudan a presentar prácticas de meditación y atención plena de una forma divertida y adaptada a los niños.
Es importante que la meditación no se convierta en una obligación para los niños. En la comunidad de Thich Nhat Hanh, en los retiros familiares, se les enseña a los niños a meditar de manera divertida. Por ejemplo, los niños recogen guijarros y luego, con cada respiración, van tomando uno de un montón y lo pasan a otro montón. Entonan al ritmo de su respiración: “Dentro, fuera, profundo, lento, calma, tranquilidad, sonrisa, liberación, momento agradable, momento maravilloso”. También hacen una meditación de comer naranjas, donde las pelan y se las van comiendo gajo por gajo con mucha atención, sintiendo, oliendo y saboreando la naranja en cada etapa del proceso.
El programa Coming of Age para adolescentes aquí en el Centro Zen de San Francisco ha sido algo muy positivo para los jóvenes. Norman Fischer, que fue el primer mentor del programa, escribió un libro al respecto, titulado Taking Our Places.
También en casa puedes encontrar oportunidades para compartir el dharma con tus hijos. Una de mis amigas de dharma entonaba regularmente el canto de los alimentos antes de las comidas familiares y leía a sus hijos libros de cuentos sobre la vida del Buda y los cuentos Jataka. También creó un entorno de práctica con altares en las habitaciones de los niños y en otros lugares de la casa. Hoy en día, los hijos de mi amiga se han convertido en adultos ejemplares. Siento un profundo respeto por el ambiente de práctica continua que ella y su marido compartieron con sus hijos y que siguen manifestando.
Tenzin Wangyal Rimpoché: Es una muy buena pregunta, y una con la que me he enfrentado personalmente, ya que tengo un hijo pequeño. Mi respuesta proviene más de mi propia experiencia que de algún texto de dharma.
En primer lugar, mi esposa y yo no compramos consolas ni dispositivos portátiles de videojuegos. Sin embargo, antes tenía un iPad y un iPhone. Tenía una buena excusa para no prestárselos a mi hijo porque los necesitaba para el trabajo. Pero cuando me veía con mi iPhone, me preguntaba si podía usar el iPad y a menudo descargaba un juego tras otro. Al final, terminé por regalar el iPad.
El único momento en que puede jugar con mi iPhone es cuando estoy en casa, y yo viajo bastante. La última ocasión en que estaba por irme de viaje, estaba hablando con él, deseándole lo mejor en la escuela, y recitando juntos una plegaria. De repente, en medio de la plegaria, dijo: “Papá, ¿vas a dejar el iPhone en casa?”.
Comprar juegos y aparatos y luego esperar que los niños no quieran dedicarles tiempo no es muy realista. Si necesitas controlar cuánto los usan tus hijos, no los tengas cerca. Mi esposa y yo estamos pensando incluso en deshacernos de la televisión. Así que lo primero es no tener demasiados aparatos.
Lo segundo, no es muy aconsejable decirle a los niños lo que tienen que hacer; de hecho, pareciera que a ellos les encanta hacer lo contrario de lo que se les dice. A veces ni siquiera tengo que decirlo en voz alta: tan sólo pienso en lo que debería hacer mi hijo, y él ya está diciendo que no o haciendo lo contrario.
Si dar consejos a los niños no es eficaz, ¿qué podemos hacer como padres para guiarlos? Quién eres, qué sientes y qué acciones emprendes es lo que realmente cuenta. Si quieres que tus hijos mediten, crea el ambiente adecuado, tanto en tu interior como en casa. Practica cada día y habla con suavidad y amabilidad: este tipo de acciones impacta. Los niños observan y obtienen información a través de todos sus sentidos. Incluso la calidad del silencio en el hogar es importante. Tu estado de ánimo, tu nivel de conciencia, tus emociones, tensiones y alegrías afectan a tus hijos. Hagas lo que hagas, tus hijos lo ven.
A mi hijo le gustaba un canto en particular que se recita todos los días en el monasterio de mi tradición, y yo se lo ponía en un CD cuando tenía dos años. Luego dejamos de ponerlo durante un tiempo y se le olvidó. Ahora pongo una grabación de una hermosa plegaria todas las mañanas mientras hago mis postraciones, y a veces la dejo puesta en casa después. El otro día mi hijo comentó: “¡Me gusta esta música! Me hace sentir tranquilo.”
A menudo mi hijo no quiere irse a dormir cuando es su hora de acostarse, y cuando llega ese momento, de repente cambia de personalidad. Se convierte en el niño ideal, en la persona que nosotros, sus padres, queremos que llegue a ser: ¡tan cariñoso, tan amoroso! Y luego me pide cosas que normalmente yo querría que él hiciera, como que le enseñe a practicar tsa lung. Cuando le digo que ya es muy tarde y que es hora de irse a dormir, me suplica: “Papá, por favor, enséñame la práctica. De verdad quiero aprenderla”. Así que accedo a enseñarle durante diez minutos y, después de eso, tiene que irse a la cama. Así ha aprendido todos los nombres de los movimientos y cómo hacerlos. Obviamente, mi hijo nunca mostraría interés por la práctica mientras está en medio de un juego de computadora. Por eso es útil aprovechar la oportunidad adecuada, como cuando tu hijo está abierto y pide aprender.
Son consejos para padres, no de sabiduría, sino de experiencia. Así como quieras que sean tus hijos, sé tú mismo. Lo que quieras que hagan, hazlo tú. Las cualidades compasivas que quieres que tus hijos experimenten y expresen, siéntelas dentro de ti. Exprésalas hacia tus hijos y en su presencia. Esa es la forma de comunicar la esencia del dharma.
Narayan Helen Liebenson: Obligar a los niños a hacer algo que creemos beneficioso suele resultar contraproducente. Hoy en día hay muchas más cosas para que los niños se entretengan y distraigan. Y lo mismo sucede con los adultos.
La mejor manera de acercar a los niños al dharma es con tu propia práctica, confiando en que tu forma de ser es la mejor enseñanza que les puedes ofrecer. Es más eficaz ser lo que uno valora que hablar de ello.
Ram Dass recibió en una ocasión una carta de una practicante que visitaba a su familia tras regresar de un retiro. Tenía dificultades con su familia y decía que no eran capaces de aceptar sus creencias y prácticas budistas. Ram Dass respondió diciéndole, en esencia: “Mejor ser buda que budista”. Encarnar la calma en medio de las vicisitudes de la vida puede ser un refugio permanente para los niños y no debe subestimarse. En los momentos en que tus hijos están alterados, el que tú respondas con calma puede ser de gran ayuda.
Ten en cuenta que no siempre sabemos qué efectos beneficiosos tendrán las enseñanzas en nuestros hijos. Cuando una de mis sobrinas era pequeña, cada vez que nos visitaba, hablaba de la siguiente actividad que iba a realizar mientras nosotros seguíamos enfrascados en la que teníamos entre manos. Una y otra vez, le señalamos que lo que estábamos haciendo en ese momento era realmente divertido, y que estar en el momento presente tenía su propio valor. En respuesta, hacía como que no nos oía.
Sin embargo, varios años más tarde, dijo que nuestras palabras le habían causado una gran impresión y que por fin tenían sentido para ella. Intentaba relacionar nuestros consejos con su vida actual, y le resultaron muy útiles. Así que los niños no siempre revelan su receptividad en el momento.
Otro enfoque útil es acercar a tus hijos a entornos tranquilos. Los niños no saben lo que hay a menos que sus padres los expongan a diversas situaciones. Cuando era joven, podía pasar mucho tiempo sola en las iglesias. Escuchar el silencio era una experiencia poderosa y quizá por eso me atrajo tanto la meditación de mayor. Ver a mi madre en la iglesia también fue convincente e inspirador y me ayudó a conectar con la quietud interior y exterior.
También hay programas de dharma para niños y jóvenes en algunos centros de meditación. Si tus hijos están dispuestos, podrías intentarlo alguna vez y ver qué tal resulta. Pero es importante recordar que los niños tienen su propio karma; aprenden a su manera y a su tiempo. Todo lo que podemos hacer es dar lo mejor de nosotros mismos y soltar las expectativas. Confía en tu práctica y en tu sinceridad. Quieres lo mejor para ellos. ¿Cómo no va a ser eso en sí una bendición y algo hermoso en sus vidas?
ZENKEI BLANCHE HARTMAN fue abad del Centro Zen de San Francisco
GUESHE TENZIN WANGYAL RINPOCHE es sustentador del linaje de la tradición Bön Dzogchen del Tibet.
NARAYAN HELEN LIEBENSON es instructora guía en el Cambridge Insight Meditation Center.
ESTEFANIA DUQUE (TRADUCTORA)
Estefania es licenciada en Lenguas Modernas e Interculturalidad por la Universidad De La Salle Bajío. Creció en la calidez de la comunidad budista de Casa Tibet México y actualmente cursa un Programa de Formación de Traductores de Tibetano en Dharma Sagar, con la aspiración de traducir el Dharma directamente del tibetano al español.